Ser docente de Educación Primaria fue un antes y después en mi vida. Allí aprendí no solo contenidos académicos, sino también sobre desarrollo humano. Sabía que mi rol iba a trascender los contenidos y me iba a llevar por distintos caminos. Desde siempre intuí que el aula era solo la puerta de entrada a un recorrido largo y profundo.
Y así fue.
Me apasionó el día a día en las aulas. Enseñar fue (y sigue siendo) parte de mi identidad… como así también aprender. Porque sin dudas, en esas cuatro paredes, todos —de manera asimétrica— estamos aprendiendo. Con el tiempo, algo empezó a moverse y decidí continuar mis estudios. Así llegué a la Licenciatura en Educación, que me permitió expandirme al mundo social, donde la acción ya no era solo la enseñanza, sino también el hecho de construir, para un otro, un mundo con más oportunidades.
Combinar la educación con lo social me conquistó. Me desafió. Me transformó. Y me dio muchas herramientas. Pero —con una mente inquieta y curiosa— el camino seguía avanzando… hasta que llegó el coaching. No como una fórmula mágica, sino como una nueva forma de mirar y habitar mi vida.
Y hoy, después de muchos “no sé”, de muchas preguntas, me encuentro acompañando a otras personas en sus propias transiciones.
Desde un lugar más libre, más auténtico… más mío. Decidir reinventarme no fue fácil. Da miedo dejar lo conocido. Pero también da alivio poder ser honesta con una misma. Hoy sigo siendo docente, pero de otra manera.
Hoy soy Mica Ale Coach, y desde ahí acompaño a personas reales en sus búsquedas, sus decisiones, sus silencios.
Porque reinventarse no es cambiar todo. Es volver a elegirse.